Qué tendrá el rock australiano. Los tipos se agarran a las guitarras cual garrapatas, e invariablemente someterán a tus tímpanos a una sesión de rock´n´roll de alto voltaje, un rock único y especial que hunde sus raices en la música más indómita de los 60´s y que reserva siempre una porción de su ADN a unos tipos de Sidney llamados AC/DC. De la conjunción de ámbos elementos y de las propias circunstancias del momento tenemos sus señas de identidad: ritmo, potencia, sonido natural y abrasivo, buenos estribillos y toneladas de diversión.
A pesar de que Australia es un país de proporciones gigantescas, si hablamos de rock lo hacemos también de una escena en la que todo el mundo se conoce, con sus propias leyendas y mitos locales, pequeñas tradiciones y una inexcusable veneración por los pioneros. Una de estas leyendas es sin duda Brad Shepherd, uno de esos tipos a los que más de una generación ha aplaudido encima de un escenario desde sus comienzos en el negocio al filo de los 80´s, pasando por bandas desconocidas pero institucionales como The Fun Things, episodios de relativo éxito mundial como The Hoodoo Gurus hasta llegar a su obra más importante: The Monarchs.
Un disco de auténtico ensueño donde todo está en su sitio, un disco que respira y del que puedes escuchar incluso su corazón latir con fuerza, un disco donde el soplido eléctrico de las impresionantes guitarras, en su doble version killer/power pop, es un cortafuego que derrite sin más cualquier obstáculo que se interponga entre las canciones y tus oidos. En muy pocas ocasiones uno se enfrenta a temas como "2001", un himno rockero de primer orden, y a toda una sucesión de temazos donde el rock de raza da la mano en ocasiones al mejor pop posible con un resultado deslumbrante. Lo malo es que tras este disco, los tipos lo dejaron.
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