domingo, 30 de enero de 2011

Paul Weller - Wild Wood

La carrera en solitario de Paul Weller ha sido el gran suceso del rock británico de los últimos 20 años, por encima de flores de un día, hypes más o menos afortunados o de (evidentemente) aquellas miríadas de bandas del brit-pop. Ha sido un completo éxito no solo artístico y musical, sino también personal. Me puedo imaginar a muy pocos tipos del negocio tan dignos de respeto como Paul, honestos e íntegros de pies a cabeza. Siempre preocupado por lo que firma bajo su nombre, la calidad de las canciones que ha ido entregando todos estos años evidencia un estadio musical superior, tan superior que incluso algunas de sus obras maestras deberían hacer sonrojarse a la comunidad negra entera, que parece haber abandonado definitivamente las enseñanzas de Curtis Mayfield, Marvin Gaye y compañía. Si escuchamos su disco de debut, parece que tuvo claro desde el principio hacia donde encaminarse (sobre todo en temas como "Into tomorrow", precursor de esos maravillosos cortes posteriores balanceados entre un sólido y duro soul y un fresco rhythm´n´blues de tinte negroide), aunque ésta su segunda entrega en solitario definitivamente es un gran paso adelante, tan grande que merece tildarse de obra maestra.

El disco comienza con un de los grandes clásicos de Paul Weller, "Sunflower", un vigoroso soul ácido vitaminado que toma prestado el pequeño arpegio introductorio de la canción "Dong With The Luminous Nose’ de Les Fleur de Lys. Aquí tenemos una buena muestra de la canción prototípica del inglés, un riff con músculo, sólida melodía principal y un estribillo con la suficiente garra para ser memorable y la necesaria limpieza para no llegar a cargar. A partir de la segunda canción, Weller muestra de golpe todo lo que ha aprendido a lo largo de los años. El tour se inicia con "Can you heal us (Holy man)", canción con mayúsculas de aroma Traffic, madura y repleta de matices. Ya no estamos ante el impetuoso joven que condujo a los Jam, ni al que buscaba distracciones en The Style Council, y si quedaba alguna duda, la siguiente en dejarse caer es la joya acústica "Wild wood", un nuevo triunfo, ahora del lado intimista y folk del genio de Woking. Bella y elegante oda. "All the pictures on the wall", precedida de uno de los interludios instrumentales que Paul acostumbrará a incluir en sus discos, supone un respiro de emociones tras la intensidad de los tres primeros números. El ecuador se cierra con dos prodigios del catálogo welleriano, "Has my fire really gone out?", provista de una melodia negra monumental donde el autor parece responderse a sí mismo con un final incendiario y Steve White desatado (el mejor bateria británico desde Bonzo???) y finalmente otra pequeña delicia folkie, "Country".

Pasado el ecuador, vuelven los aromas a los Traffic de Stevie Winwood con el brutal groove de "5th Season" y sus sencillos pero matadores arreglos de guitarra. En temas como este, uno se da cuenta además de lo jodidamente bien que canta este hombre. Sin respiro, sin que uno pueda recuperarse de tanta inspiración y feeling, le llega el turno a "The weaver", una de esas canciones que solo los grandes de verdad pueden interpretar con total credibilidad . A estas alturas de la película los términos superlativos hay que manejarlos con mucho cuidado para no llegar a desvirtuar el auténtico y real valor de "Wild Wood", pero me resisto a ahorrarme al menos uno para "Foot of the mountain", una auténtica obra de arte acustica donde el magisterio de Paul vuelve a obrar el milagro de llevarte a un tiempo y lugar indefinido y abstraerte del mundo durante 3 minutos y pico. Encarando la recta final encontramos a una heredera del espírutu de su disco debut, "Shadow of the sun", que a pesar de grandes detalles, me deja un tanto indeferente quizás por la falta de intensidad (en directo parece otra canción). Un reprise de "Holy man" conduce la aventura hacia el final, "Moon on your pyjamas", un correcto y bello broche de oro para un disco de aupa aunque claro, con Weller, White y el incomensurable Steve Craddock por medio, ¿qué puede salir mal?. Para terminar, permitidme que os recomiende las dos entradas a la obra de Paul que los colegas Dibud y Aitor dedicaron hace poco.
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domingo, 16 de enero de 2011

Guns ´N´ Roses - Appetite For Destruction

Rios de tinta se han escrito ya sobre esta banda y este disco en concreto, así es que probablemente no alumbremos aquí nada que no haya salido ya en cualquier otro lado. Supongo que todo el mundo coincide en cuatro o cinco obviedades,  por ejemplo que este disco es tan grande como cualquier otro diamante de la historia del hard rock (Zep, AC/DC, Thin Lizzy, etc), podriamos seguir diciendo que desde su aparición no ha salido nada realmente a la altura en el género y que además no sobra ni un jodido bending en todo el minutaje, y por supuesto se puede afirmar tranquilamente que el resto de grupos de la escena hard de L.A. son una broma al lado del poder, la electricidad y la excitación de "Appetite for destruction", un disco que nadie puede emular ni en caracter ni en sonido, ni siquiera sucesivas versiones de ellos mismos puesto que es la suma milimétrica de 5 tipos irremplazables.

Lo divertido viene después, cuando cada uno opina sobre el disco y/o la banda. Los Guns ´N´ Roses fueron desde el principio el proyecto de Izzy Stradlin y todavía hay personas que no acaban de captarlo: ni siquiera cuando Slash o Duff lo reconocen en alguna entrevista !! Es lo que yo llamo estupidez (y empacho de Popular 1). Pero obviamente no fue solo su mérito, de hecho todos juntos fueron la banda perfecta. Si, hacian rock duro, pero su actitud les hacía diferentes al resto, allí había una frescura heredera del rock sin concesiones de Aerosmith o AC/DC, la despreocupación natural por ser respetables de las bandas punks y unas ganas de divertirse al estilo de los Faces... ¿Como no amarlos? Ahí tenemos a la mejor combinación de riffs y guitarristas desde los mejores tiempos de Richards y Taylor ("Welcome to the jungle", "Outta get me", "Mr. Brownstone"... cualquiera), la mejor power-ballad de la historia ("Sweet child o´mine") o hasta una canción épica, excesiva y monumental y sin embargo molona como "Rocket Queen". Podian hacer cualquier cosa.

Luego llegó el final. No quiero entrar en debates estériles, pero la entrada de Matt Sorum y Gilby Clarke desnaturalizaron a esta banda hasta extremos para mi insoportables, el ideólogo y creador de los mejores riffs y el batería que aportaba el swing sustituidos por dos piezas de saldo alquiladas para la ocasión... ¿alguien cree que eso podría acabar bien? ¿alguien cree que acabó bien? Durante un tiempo la ilusión funcionó, ver a esa banda brillando en todo lo alto, gigantescos, una banda de rock de una magnitud global... la verdad, difícil no intentar conseguir un ticket para su show, pero luego te das cuenta de que algo se ha perdido por el camino, y que queda poco de genuino en la historia. En manos de Axl, la banda se convirtió en el proyecto de un loco megalómano pirado, de un talento mediocre para la composición (todo lo contrario si hablamos de interpretación) al que nunca le deberían haber dejado el control artístico del asunto en sus manos. La polémica está servida con solo pronunciar su nombre.
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