lunes, 4 de noviembre de 2013

Supergrass - I Should Coco




Qué debut tan enorme... "One, Two...One! Two! Threeeeee!" ...y a continuación una estampida de rock juvenil, una exhalación de pop virtuoso, The Kinks despegando con un reactor a propulsión pegado en el culo, auténtico y genuino pop británico, del bueno, del esencial e inimitable. Cuando pinché el disco por primera vez no me lo podía creer, para mi fue algo así como descubrir de nuevo a The Jam, tan jodidamente excitante y sublime que casi lloré de emoción. Y es que señores, uno se queda atónito con los tres pildorazos iniciales ("I´d like to know", "Caught by the fuzz" y "Mansize rooster") para finalmente sucumbir sin remedio al siguiente corte, el himno generacional "Alright". Decididamente diferentes a cualquier grupo coetáneo, fueron de los pocos que afortunadamente no se prestaron al exceso de hedonismo imperante en las filas del "Brit-pop" (si bien no tengo absolutamente nada en contra de la chulería y de los excesos de los enormes Oasis de los primeros tiempos), a veces un hedonismo totalmente vacuo con el que era difícil conectar, caso de los Menswear, de los que ya nadie se acuerda.

Dada la juventud del trío en aquellos momentos, es sorprendente la calidad de las canciones, los arreglos, los estribillos, las inflexiones, en fin, todo aquello que le da brío a una banda de rock. No solo nos dejaron cortes vitaminados a full-power en "I should Coco", también canciones como "Sofa (Of my lethargy)", "Time" o "She's so loose" dejando las puertas abiertas y oxigenando el apartamento. A dia de hoy, sigo escuchando este disco y francamente alucino con toda esta intuición y brillantez. Realmente cada canción es un hit por si misma, y suficientemente diferentes entre ellas para no amalgamarse, y al mismo tiempo están marcadas a fuego con el sello personal de la banda, una suerte de inmediatez y ambición conmovedoras, optimistas. De verdad que discos como este hacen el mundo mejor y más bonito, simplemente.

El "Coco" del título hace referencia al Cafe Coco, sito en la ciudad natal de los Supergrass, la britannísima Oxford. Junto con Radiohead y Ride, son sus hijos más celebrados que yo sepa, pocos pero escogidos (aunque yo ya a los Radiohead los entiendo menos, incluidos los tembleques y espasmos rítmicos que se coge ahora Thom Yorke con la cabeza cada vez que canta, o el baile de "Lotus Flower".... ay ay ay, a ver si ya está en fase terminal del todo vale...). En fin, desde Warehouse Of Rock queremos dar las gracias yo y yo mismo, que somos todos los integrantes de la plantilla, a esta banda por pergeñar una cosa tan elevada, mientras seguimos esperando al próximo Búfalo Blanco que reviva esa cosita que se expande con algarabía por todo el ser cuando la aguja cae sobre "In the City" o "Another Music In A Different Kitchen". O por supuesto "I should Coco". Besos a todo el mundo!




sábado, 2 de noviembre de 2013

Lou Reed - Berlin



No hay nada divertido en las historias de almas a la deriva, y si además te lo cuenta Lou Reed puedes resultar herido en la tuya para siempre.Compré "Berlín" sin haber leído apenas nada sobre él (solo lo había visto en listas de discos recomendados y esas cosas), y cuando por fin le puse la aguja encima no pude aguantar la tristeza de las canciones. No es que no me gustaran, es que no podía defenderme de ellas... demasiado joven. No estaba preparado para tras "Berlin" sonara "Lady day", y ni mucho menos para que a esta le sucediera cual guadaña "Men of good fortune", cercenando cualquier atisbo de esperanza . A duras penas aguanté "Caroline says", y solo escuché los primeros compases de "How do you think it feels" antes de apagar el equipo y largarme de la sala. Si antes de estas canciones hubiera escuchado "The kids", o hubiera conseguido llegar hasta ella, estoy seguro de que me hubiera deshecho de este disco. No hubiera podido soportar los gritos de los niños llamando a su madre junkie en mitad de las palabras de Reed. 

Reduzco en este primer párrafo la entrada sobre "Berlin" que apareció aquí en el blog, un ya lejano 27 de Septiembre de 2009. Y en efecto, esas fueron mis impresiones en su día cuando me puse por delante la que quizás sea la obra cumbre del coloso de Brooklyn. O más bien la cumbre de una de sus múltiples encarnaciones. El estrépito de unas vidas golpeándose contra el suelo tras una irremediable caída resultó ser mucho más trágico e impactante en la manera sorda y ahogada concebida por Reed, y eso es lo perturbador de "Berlin". No hay fragor o estruendo, solo la certeza de que tras el final no hay nada y de que todo simplemente se esfuma. Obviamente el tercero de Lou no tiene la algarabía del anterior ni la serenidad de "NY", pero nunca diría que es un disco depresivo per sé, sino simplemente otra manera de contar una historia, articular en forma de canción las vicisitudes de ciertos personajes que viven una vida que no se sabe muy bien si les ha tocado o han elegido vivir. Lo que pasa es que impacta por su realidad, y lo hace de una manera brutal. Te puede dejar muy triste, desde luego, pero también es cierto que hay belleza en esas canciones.

Es dificil descontextualizar alguna canción dada la especial naturaleza de las mismas, de modo que el disco ha de ser oído del tirón invariablemente. Lou dió con una imagen y un estado de las cosas, y empezó a tirar del hilo, recuperó alguna pequeña visión que ya dejó plasmada en el pasado, y completó el cuadro con otras nuevas. Artísticamente, el resultado es uno de los techos creativos de la música pop a pesar de todo el horror que contiene, y el conjunto no se parece en nada a anteriores o posteriores aventuras. Lou Reed declaró en muchas ocasiones que no quería abandonar los 3 acordes del rock´n´roll ( a pesar de que el tipo tenía unos vastos conocimientos musicales), y obviamente hizo una notoria excepción con "Berlin", un verdadero punto y aparte en su carrera. Realmente hablamos de un disco brillante y sin parangón al que no se le conocen imitaciones, los músicos en nómina son realmente de ensueño, espectaculares y sobrados de la inteligencia necesaria para llevar el asunto adelante y por el camino correcto. Líricamente es exactamente igual de único, nadie, absolutamente nadie, escribió como Lou Reed.  La tripleta final, "The kids", "The Bed" y "Sad song", una suerte de suite conclusoria, cierra un disco que es todavía mejor de lo que ya pensamos que es. Como decia Peter en su blog a propósito de "The Bed" en una antigua entrada que no he logrado encontrar, y que yo haría extensible a casi todo el disco: "Este tema es el horror convertido en canción, es dulce como la adormidera y cruel como una navaja clavada en la nuca".