sábado, 30 de julio de 2011

Oliver Nelson - The Blues And The Abstract Truth



Hace mucho tiempo desde que el jazz asomó la cara por última vez en este callejón, cuando Hancock hiciera acto de presencia con su "Maiden Voyage". Es cierto que para lo que me gusta, publico bien poco de jazz, pero bueno, solo hay que fijarse en el nombre del blog! Lo que si voy a intentar es mantener el nivelazo de los 4 que han caído hasta ahora, y en esta tarde de rayos, truenos y agua a chuzos lo que suena en el reproductor es una de esas obras maestras absolutas, indiscutibles, caballo ganador, una cima del jazz, mejor dicho, una cima de todo lo que implica la música jazz. Cada vez que un disco de esta música cae en mis manos lo primero que hago, es mirar enseguida quién toca a ver si los tengo fichados, y viendo la combinación hago mis pequeñas fantasías sobre a ver por donde van a ir los tiros. En los créditos de "El blues y la verdad abstracta" tenemos, aparte del propio Nelson, a Eric Dolphy, Bill Evans, Paul Chambers, Roy Haynes y un desconocido George Barrow, un tipo que no ejecuta ni un solo pero que cumple una función esencial armonizando con su saxo barítono los motivos esculpidos por el titular. En fin, casi nada.

Lo curioso es que todos los invitados eran gigantes, figuras del jazz, todos menos el propio Oliver Nelson, un tipo bastante ajeno a las excentricidades y peculiaridades de los prebostes del asunto, y en cambio poseedor de un talento innato, de un sexto sentido sin igual para estructurar la montaña de emociones en las que se convierte un buen tema de jazz. Vamos, un tipo hace que todo funcione. Y en fin, algo de talento se tiene que tener para lidiar con cosas tan aparentemente diferentes como la sofisticación de Dolphy, la fuerza evocadora, clara, de la trompeta de Hubbard, el toque celestial y ensoñador de Evans o la clase atemporal de Haynes y acabar entregando una obra mayúscula, grabada en unas pocas horas, a la historia de la civilización occidental. "The blues..." hace casi que el tiempo se detenga, de lo bueno que es.

El argumento principal del disco ya lo indica su título, el blues. No nos vamos a encontrar historias del viejo Mississippi, claro, pero sí un viaje alucinante de indagación meticulosa a la razón y el porqué del blues, de su estructura, blues desatomizado y vuelto a construir en forma de increíbles momentos de música, consistente y dúctil, maravillosa. Tengo una pieza favorita por encima de las demás, y es que "Stolen Moments" es mucho, amigos. Coged la primera parte de este párrafo y multiplicadlo por mil, y ya tendréis una idea de lo que el genio desbordado de Oliver Nelson fue capaz de organizar, desde el sublime motivo principal escrito por él mismo (como todo el disco, por otro lado) a los solos... uf, no tengo palabras. Ahora bien, el hecho que sea mi preferida, no significa que el resto del álbum no sea estratosférico y memorable, desde el todo en conjunto a la aportación individual (Evans en "Yearnin´", Haynes en "Cascades", Dolphy y Chambers en "Teenie´s blues", Hubbard y Nelson en ... todas!). Qué 36 minutos de música, colegas!
190

domingo, 24 de julio de 2011

The Chesterfield Kings - The Mindbending Sounds Of...


Greg Prevost y su compinche Andy Babiuk (por aquel entonces un mocoso coleccionista de discos adolescente) montaron una banda de rock con el único fin de ejecutar sus canciones preferidas, que no eran otras que todas esas maravillosas gemas del garage rock, también del rhythm´n´blues, ocultas entre las nieblas del tiempo y solo visibles para los verdaderos creyentes. Dado que la banda debutó en los 80´s, estamos hablando de que se pasaron por el forro todo sonido imperante en aquellos días, desde el heavy metal hasta lo que quedara de new wave, recreando con meridiana exactitud la antítesis estético-sonora de aquella década entre mortal y despreocupadamente feliz. No fueron los únicos que tomaron esta vía, como ya se sabe (Fuzztones, Cynics, etc), pero que os voy a decir, simplemente me encantan y son infaltables en un blog como éste, y su "Mindbending Sounds of..." es tan buen disco como cualquier otro de su discografía para tener la excusa de celebrarlos.

Hablar sobre música de garage es exactamente tan fácil como difícil; fácil, porque todas las coordenadas son claras y concisas (su escucha e interpretación son básicamente actos de fe), pero también difícil porque precisamente esos planteamientos básicos y en cierto modo nihilistas dejan poco campo de acción a la literatura, de hecho todo el campo de acción va a parar al pie que marca el ritmo sin poder evitarlo, cuando no es el cuerpo entero quien toma el control presa de movimientos cavernícolas y rítmicos, descontrolados si el material es bueno, elegantes y orgullosos si, como en el caso que nos ocupa, un cierto tamiz entre psicodélico y barroco dirige la función. En efecto, no es el artefacto más descarnado de los Chesterfield, no, lo que aquí se recrea son más bien los años rollingstonianos previos al famoso "cambio de sonido" de los chicos de Jagger (básicamente cuando Richards se juntó con Ry Cooder y Mr. Brown Sugar y afinó su guitarran en open-G). Hablo de "Aftermath", "Between the buttons", y del rhythm´n´blues de connotaciones psicodélicas que sacudía el underground de aquellos años, aunque el ambiente garagero es notorio en todos y cada uno de los cortes, por supuesto.

Prevost está influido a partes iguales, creo yo, por Jagger y los Dolls, de hecho por momentos me lo puedo imaginar tocando con Watts, Richards, Wyman y Jones en el Marquee, igual que cuando lo miro en escena, durante algún concierto, no dudo que en cualquier momento pudiera arrancarse con una brillante y personal "Personality crisis" y dejarnos con los huevos colgando. Porque esta banda, está claro, gana muchos enteros encima de un escenario, no conozco a nadie que no haya salido con ganas de más, no conozco a nadie que no haya quedado hambriento del rock´n´roll de los Chesterfield Kings tras uno de sus incendiarios shows. Precisamente, servidor se despidió de Madrid en dirección mi actual hogar (Barcelona) con el increíble bolo que los colegas se pegaron una noche de junio del 2006 en la Boite, directamente inolvidable. Este disco que posteo hoy por aquí ya estaría justificado sólo con su primer corte, una de mis canciones preferidas de todos los tiempos, una tremenda tonada de desesperación y rabia, una joya atemporal de nombre "I don´t understand". Pero creedme... hay mucho más. Discazo!.
189

miércoles, 20 de julio de 2011

I Feel Like Playing!

Bueno, pues nada, rápidamente os presento mi nuevo blog, I FEEL LIKE PLAYING, capitaneado por mi alter-ego Der Freischütz, nada más que un pequeño entretenimiento para compartir otro tipo de música diferente a la que suele aparecer por Warehouse of Rock. Espero que algunos al menos os piquéis con lo que publique, he decido dejar los comentarios para tal fin (o sea largar sobre la obra en cuestión, si surge algún debate), e ilustrar las entradas con algún pedacito de algún libro, o ya veremos el qué. La primera entrada es de diciembre del año pasado, la idea era antigua pero tuve que abandonarla por motivos de trabajo y toda esa mandanga.


viernes, 15 de julio de 2011

Burning Tree - Burning Tree

La primera vez que escuché este disco me sorprendió bastante: No esperaba encontrar semejante colección de buenas canciones a cargo de la banda que posibilitó el debut discográfico de Marc Ford. Sorprendente, porque el material les podria haber proporcionado una carrera musical y un lugar en el mapa, o al menos una primeriza notoriedad y expectativas, y sin embargo apenas lograron salir de su escena local. Burning Tree fueron un power-trio de raza, solventes y dotados para el oficio, buenos conocedores de la tradición del invento y sin embargo con la oreja bien pegada a los sonidos de su tiempo, los primeros años 90´s. Resulta curioso cómo el propio disco en si va oscilando sin trompicones de los sones Hendrixianos y clásicos del primer corte hacia temas como "Masquerade", un inspirado cruce L.A./Seattle, o cómo la genial "Playing in the wind", plagado de aromas Cream, acaba explotando en un estribillo bastante cercano a Mark Lanegan.
.
Ford todavía no había desarrollado todas sus cualidades como instrumentista y andaba pagando sus deudas, pero la verdad es que ya se puede hablar de un gran guitarrista tocando a un gran nivel. Sus notas son claras, definidas, y su sonido grande. Los colegas que le acompañan la verdad es que no pasan de la solvencia pero no desfallecen y aguantan el tipo.... no, no sorprenden especialmente por su destreza, pero todo funciona bastante bien al final, que es lo que importa, o no? Buenos mimbres y buena actitud, gran amplitud de registros vocales por parte también del Sr. Ford (se adivina incluso margen de mejora en esta tarea), arsenal suficiente para hacer de "Burning tree" o "Blues, wings and high healed shoes" grandes piezas definitorias de lo que es un power trio a la vieja usanza, también suficiente arsenal para navegar desde la densidad electrica de "Fly on" hacia la paz de la preciosa balada "Baker´s song" y de paso hacer una visita a encantadores medios tiempos como "Mistreated lover", guapo, guapo.
.
El final de la historia de Burning Trees es el inicio del reinado de los Black Crowes. Ya conocéis la historia, el grupo se disuelve y los hermanos Robinson llaman a la puerta de Marc (habían teloneado a los Cuervos en la gira del "Shake..."). ¿Qué hubiera pasado si el éxito no les hubiera sido tan esquivo? ¿Alguien se puede imaginar "The southern harmony musical companion" o "Amorica" sin el concurso de la guitarra del colega? Definitivamente, la historia del rock no habria sido la misma, no solo por lo que toca a los Cuervos sino porque probablemente habrian existido un buen puñado de grandes discos a cargo de unos tales Árboles Ardientes. Como comentábamos en la entrada anterior, sólo desear que este tipo, Marc Ford, logre superar los problemas que le tienen perdido para la causa, y que le calle la boca a tanto indeseable que disfruta metiéndole caña a todo un guitarrista como la copa de un pino. Come back, folk!
188


                                            

martes, 12 de julio de 2011

The Black Crowes - Goodbye guys and good luck !! Bilbao 09/07/2011

Hay algo especial en estos muchachos, en su rock´n´roll majestuoso y atemporal revestido por el talento natural de todos y cada uno de los integrantes de la banda, ejecutado con una convicción y naturalidad digna de los cuatro o cinco grupos más grandes de la historia entre los cuales servidor les incluye. Lo tienen, lo tuvieron desde el minuto 1, sin duda, y ahora además tienen el empaque de los clásicos y el verdor de una primavera musical perenne en la que canción tras canción no han hecho sino crecer, fortalecer sus ramas y hundir sus raíces hasta ese lugar donde todo comienza, principio y fin de todas las cosas que es el el blues mismo. Ellos tienen el blues, chicos, y ha sido un privilegio tener a semejante banda de rock´n´roll como compañeros de generación.
Mi llegada al aeropuerto el día del concierto fue temprana, así que tras el embarque en el bus municipal decidí bajarme en la parada de San Mamés para ir al hotel Abando paseando tranquilamente por la ciudad, que para los que no la conozcáis, básicamente es como hacer el trayecto inverso a la ruta del propio bus. Por supuesto, también lo hice para ver de nuevo la Catedral, la casa de mi equipo de fútbol, toda una institución, y esbozar una sonrisa mientras recordaba viejos albumes de cromos de la Liga. Volvería a hacer el mismo recorrido de madrugada, en la mitad de la noche atlántica, en otro estado físico y mental, gloriosamente orgulloso de haber visto algo verdaderamente inolvidable.

Tras mi llegada en solitario al recinto festivalero y primera inspección ocular, nada mejor que acudir al puesto de avituallamiento y enganchar el primer litro de cerveza de la noche. Me acerqué al escenario principal donde una tirillas esmirriada y su banda ofrecian su impersonal e hipersaturado  rock plagado de tics grunge, psuedo-industriales y varias hierbas más que no son de mi agrado, la verdad, aunque la tipa después de todo se entregaba a su causa de lo más convencida. Con todo y con eso, un espectáculo mucho más agradable que la desgracia de presenciar algo tan decadente, bajuno, asqueroso y horripilante, algo tan sumamente anti-rock como el concierto que 30 Seconds To Mars "ofrecerían" más tarde. Bien, tras la tirillas hicieron su aparición en el escenario principal una de las más grandes sorpresas que me he llevado en esto de los festivales, los fantásticos The Savy Favs. Aparte de una música con fundamento y realmente buena, el señor cantante de la banda es algo digno de verse chicos, no se puede explicar con palabras el grado de desquicie, excentricidad, buen humor y calidad de entretenimiento que el tipo nos endosó cada minuto del show (y de la prueba de sonido!!) y que hará que esta actuación se convierta en mítica.Y encima cantaba de puta madre! Bueno, supongo que ya habréis leído alguna que otra cosa sobre el asunto, así que no voy a entrar en más detalles. Como dijo el colega, "no le contéis a nadie lo que habéis visto esta noche, es un secreto". Tras algo tan terriblemente bueno, todavía fue más desgraciado tener que ver, aunque solo fuera hasta que pude reaccionar, la más grande birria en escena de todos los tiempos: Thirty Seconds to Mars. Una banda abominable donde todo es pose, nulo talento musical y fans quinceañeras enloquecidas. Fue una pena tener que marcharme porque durante el show y post-show de los Savy habia conocido a tres simpatiquísimas bilbaínas a las que no volví a ver en toda la puta noche, damm!. Pero entre las ganas de mear que tenía, la cantidad ingente de teenagers que apuntaló el recinto para ver al subnormal de Jared Leto y sus secuaces, y el que ya se me estaba haciendo muy duro presenciar aquello, pues nada, es lo que hay.


Y por fin llegó el momento! Black Crowes a escena, a solo dos o tres metros de mis privilegiados ojos. Acojonante la pinta de Jesucristo que se gasta Chris Robinson, con su barba hippie y alucinada, cada vez más poseído por un espíritu de paz a lo Woodstock supongo que consecuencia de la manera en la que estos tíos están haciendo su música, simplemente natural y pura. El primer aldabonazo fue un magistral y emocionante "Jealous", que me hizo recordar de golpe a todos mis colegas de cuando era un imberbe y el primer redondo de los Cuervos calentaba nuestras fiestas y demás juergas. Quise ir solo a propósito, durante el show no iba a haber nadie más que yo y la banda, pero fue inevitable acordarme de todos, los que están y los que se me han ido. La música es muy poderosa, verdad?
Tras el primer trocito de gloria, una brillante "Hotel Illnes" y el prodigio de "Good Morning Captain", una jodida canción que tiene apenas un año y ya es un puto clásico! Y que decir de "Soul Singing", dios mio, que portento della invenzione, consiguieron hacerme emocionar especialmente. Con temas como este, uno se da cuenta ante qué tipo de banda se está, y hasta donde han llegado. Nadie les puede hacer sombra ahora mismo, absolutamente nadie, nadie puede interpretar su rock y nadie puede siquiera acercarse a componer algo como "Before the Frost...", por no hablar de "Amorica", el disco que los puso por encima del bien y del mal hasta el fin de los días. Y precisamente de esta obra maestra se dejaron caer un "Wiser Time" tocado tan bien, con tanto corazón, que en ese momento crearon pura magia. Qué diablos, crearon pura magia durante todo el concierto! Después de este tema, la banda se encaminó a unos momentos de puntual y acojonante jamming, a partir de una versión de "Poor Elijah" (que ya se la escuche a los North Mississippi All Stars de Luther Dickinson) siguiendo con una GIGANTESCA "Been a Long Time" (otro clásico atemporal de 1 año escaso!), una jam propiamente dicha, maravillosa, magistral y elemental (no entiendo a los que reniegan de esta faceta de los Crowes, joder, ¿cuál es el puto problema, es que acaso no tocan como los putos ángeles, es que acaso no es increíble cómo se entienden entre ellos y como disfrutan haciéndolo?) para acabar en el remanso de paz de "Thorn in my Pride" y recuperar poco a poco el aliento. Momentazo sublime. Descanso momentáneo ante lo que se avecinaba con la erupción de su ya archimítica relectura del "Hard to Handle" reddiniano, supongo que una de las pocas canciones que conocerian más de uno de los que estaban allí, si no la única por desgracia.

Vuelta a los viejos tiempos con esa gema imperecedera llamada "She Talks to Angels", qué os puedo decir que no sepáis. Momento de cerrar los ojos y dejar que la emoción te recorra de pies a cabeza. Estos tios son muy grandes. Como grande es el temazo que vino después, "No speak no evil", que en directo gana una barbaridad, una canción que escondida en la cara B del segundo disco ya anticipaba muchas de las cosas que vendrian después en el mundo de los Black Crowes, si sabéis lo que quiero decir. Y primer adiós de la noche, al que siguió una jauria humana clamando por la vuelta al escenario de Rich, Luther, Sven, Steve, Adam y Chris. Grande Finale apoteósico con una versión homérica de "Remedy" para el bis, ¿qué otra banda tiene semejante repertorio y mimbres? ¿Cuántas tiene además un "Remedy" para acabar el concierto?. Si ya, Stones, Kiss, Aerosmith... pero no es su momento, está bien que estén ahí pero los Cuervos acaban de editar algo sublime como "Before the Frost..." y ellos no.
Bueno, poco más me queda por comentar, quizás la increible destreza musical de los colegas, en especial del estratosférico Luther Dickinson, un tipo con clase, toque y distinción que hace lo que le da la gana, literalmente con las 6 cuerdas, aunque tengo que decir que me parecen horribles los cada vez más habituales comentarios comparándolo con Marc Ford, en los cuales a este último se le ningunea hasta unos extremos alucinantes. Dejadme que os diga que este señor está enfermo, es alcoholico y ha estado metido en todo tipo de asuntos desagradables, y ese tipo de comentarios, también habituales en la prensa y televisión de USA no le van a ayudar nada. Nadie sabe en que punto profesional estaria este tipo si no hubiera caido por esta pendiente, ahí tenéis "Harmony..." o "Amorica" para que al menos os de que pensar. En fin, tan buen show como los dos o tres mejores de mi vida. Las fotos que adornan el texo son de móvil, las tres o cuatro que hice ya que pasé muchisimo de llevarme una cámara y estar pendiente de hacer fotos buenas, cuando en el escenario se nos estaba haciendo un regalo sin precio. Hacia mucho tiempo que no veia un concierto que tuvieras tantas cosas que contar, y tan bonitas, y que merezca la pena recordar para siempre. Been a long time, for real.